Las
píldoras del día de después son potencialmente abortivas: su utilización es
siempre inmoral
Con motivo de la publicación de diversas noticias en los medios de
comunicación sobre la aprobación del uso de la pastilla del día después por parte de la Conferencia Episcopal Alemana en caso
de una violación, el Obispo de Alcalá de Henares, D. Juan Antonio
Reig Plá, ha hecho pública una nota que aclara la confusión.
Reproducimos la misma a continuación:
Algunas consideraciones teológico-morales en casos de violación
«La violación es forzar o agredir con violencia la intimidad sexual
de una persona. Atenta contra la justicia y la caridad. La violación lesiona
profundamente el derecho de cada uno al respeto, a la libertad, a la integridad
física y moral. Produce un daño grave que puede marcar a la víctima para toda
la vida. Es siempre un acto intrínsecamente malo. Más grave todavía es la
violación cometida por parte de los padres (cf. incesto) o de educadores con
los niños que les están confiados» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2356).
1. Una de las primeras preguntas que se plantea cuando se produce
una violación de una mujer en edad fértil es si es lícito evitar un posible
embarazo. Vayamos por partes.
Si ya se ha producido la fecundación de un óvulo nos encontramos
ante un nuevo ser humano, y a este respecto la doctrina de la Iglesia es clara:
«Desde el siglo primero, la Iglesia ha afirmado la malicia moral de todo aborto
provocado. Esta enseñanza no ha cambiado; permanece invariable. El aborto
directo, es decir, querido como un fin o como un medio, es gravemente contrario
a la ley moral» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2271). Que la
fecundación se haya producido como consecuencia de una violación no cambia en
nada esta valoración del aborto. Nunca es legítimo matar al hijo concebido,
tampoco en estas brutales circunstancias, aunque ciertamente su padre haya
cometido una atrocidad. Por otra parte también hay que aclarar que el hecho de
que el óvulo ya fecundado, es decir el embrión, esté implantado o no en la
pared del útero no cambia en nada la valoración moral de la que hablamos. Se
encuentre donde se encuentre situado el embrión, su destrucción deliberada (el
llamado aborto provocado directo) es siempre gravemente inmoral, en todo caso
es un crimen abominable, aunque la fecundación, insistimos, sea fruto de una
violación.
2. Aborto procurado directo no, en ningún caso; pero ¿en caso de violación, es lícito
intentar evitar que los espermatozoides del injusto agresor puedan fecundar un
óvulo de su víctima?
La Iglesia enseña que todo «acto matrimonial en sí mismo debe
quedar abierto a la transmisión de la vida» (HV
11). «Esta doctrina, muchas veces expuesta por el Magisterio, está fundada
sobre la inseparable conexión que Dios ha querido y que el hombre no puede
romper por propia iniciativa, entre los dos significados del acto conyugal: el
significado unitivo y el significado procreador» (HV 12). Por lo expuesto los esposos no deben
utilizar la anticoncepción para regular la natalidad, pues es un medio
moralmente reprobable que no salvaguarda ambos significados esenciales del acto
conyugal.
Sin embargo esta norma moral, que ni ha cambiado, ni puede cambiar,
no es de aplicación en una violación. La violación es un acto inhumano y
gravemente injusto y por tanto, al caso son de aplicación todos los principios
morales referidos a la legítima defensa. El violador no tiene ningún derecho a
acceder carnalmente a su víctima y por lo tanto tampoco a que sus
espermatozoides fecunden los óvulos de la mujer a la que viola. Por tanto, es
lícito intentar evitar dicha fecundación con medios, para el caso, también
lícitos; por ejemplo: el lavado vaginal para la eliminación de los
espermatozoides del injusto agresor (siempre y cuando no se realicen maniobras
que puedan inducir un aborto si la fecundación ya se hubiera producido).
Pero la siguiente pregunta es: ¿es lícito
administrar a la mujer, tras la violación, una «píldora del día siguiente», que
evite la fecundación, es decir que evite que los espermatozoides del injusto
agresor alcancen los óvulos de la víctima? La respuesta es
sencilla: Sí, siempre y cuando no exista riesgo de que ese mismo fármaco
provoque un aborto si la fecundación ya se hubiera producido (hay que volver a
recordar que impedir la anidación del embrión es un aborto).
3. Naturalmente la pregunta siguiente es obvia: ¿existe tal fármaco? Hasta la fecha ni
la Santa Sede, ni la Conferencia Episcopal Española han publicado documento
alguno en el que se haga referencia a una «píldora del día siguiente» de tales
características; al contrario, hasta la fecha, todos los documentos publicados,
por las referidas instancias, sobre las llamadas «píldoras del día siguiente» (LXXVI Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal
Española. Exhortación, La «píldora del día siguiente», nueva amenaza contra la
vida, 27-04-2001; Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la
Vida, Nota Sobre la píldora del día siguiente, 12-12-2000, Pontificia Academia para la Vida, Comunicado sobre la
llamada píldora del día siguiente, 31-10-2000) insisten en que
todas estas píldoras tienen como posible efecto evitar la anidación del embrión;
es decir, todas son potencialmente abortivas y por tanto su utilización es
siempre inmoral, también en caso de violación. Por su parte, también la
Federación Internacional de Asociaciones de Médicos
Católicos (FIAMC) coincide plenamente con lo hasta aquí expuesto. Es cierto que la
química farmacéutica evoluciona. Si se ha desarrollado, o en el futuro se
desarrolla, una «píldora del día siguiente» que reúna todos los requisitos
morales exigidos para su uso tras una violación, la Santa Sede nos lo hará
saber, pero desde luego, a fecha de hoy, nada de eso se nos ha comunicado.
Alcalá de Henares,
23 de febrero de 2013
San Policarpo,
obispo y mártir
+ Juan
Antonio Reig Pla
Obispo de Alcalá de Henares